Carlos Álvarez: poesía y resistencia

Carlos Alvarez

 

El hibridismo de este libro pudiera considerarse, forzando el paso, como un festivo devaneo con ciertas tácticas de la posmodernidad, pero da la casualidad de que los formatos híbridos no son un descubrimiento de la nada posmoderna. La contextura de Aullido, aparte de la combinatoria entre verso y prosa, se dota realmente del maridaje entre experimentación literaria y voluntariedad política y es de estirpe tanto expresionista como, sobre todo, brechtiana. Según Peter Bürger (Teoría de la vanguardia, Península, Barcelona, 1997. Edición original: Theorie der Avantgarde, Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1974), «Brecht nunca ha compartido la intención de los movimientos históricos de vanguardia. Ya el joven Brecht, que detestaba el teatro de la burguesía intelectual, no pensó nunca en suprimir, sin más, el teatro, sino que se propuso más bien transformarlo en profundidad. […] Lo que le aproxima a la vanguardia, en cambio, es una concepción de las obras que concede independencia a los momentos particulares […] y un interés por la institución del arte. Mientras que los vanguardistas creen, sin embargo, poder atacar directamente y destruir a esta institución, Brecht desarrolla un concepto de cambio de función que conserva su viabilidad real». Bürger establece un requisito esencial en este tema: «La obra comprometida sólo puede tener éxito cuando el mismo compromiso es el principio unificador que domina la obra incluso en su aspecto formal», lo que en Aullido de licántropo se lleva a la práctica con gran rendimiento, ya que en este texto Carlos Álvarez reproduce con agilidad y pericia la tensión dialéctica entre forma y contenido, así como el aparejo de contradicciones psicosociales en que fluctúa Larry Talbot. Los verdaderos portadores de la ideología en el arte —zanjaba Lukács—, son las mismas formas. Existe un, hasta cierto punto, disculpable confusionismo respecto al concepto de ideología. Los diccionarios —que también son productos ideológicos— definen el vocablo como «conjunto de ideas o ideales» —María Moliner—; «conjunto de las ideas que caracterizan a un autor o una escuela» —Julio Casares—. El DRAE afina algo más: «doctrina filosófica centrada en el origen de las ideas»; pero también: «conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.». Estas acepciones son perfectamente admisibles. Pero Marx, en un acrecentamiento semántico, pulimentó social, política y científicamente dicho concepto cuyo significado vendría a ser el de una “falsa conciencia” o falsche Bewutseins («Introducción» a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1884); una falsa conciencia de índole superestructural. El contenido de la ideología para Marx se bifurca en dos sistemas: [1] el sistema de ideas-representaciones sociales, es decir, la ideología en sentido restringido, y [2] el sistema de actitudes-comportamientos sociales, es decir, las costumbres. Un sumidero de ideas que transfieren, multidimensionalmente, una falsificación o distorsión interesada de la realidad. La ideología —una construcción de las clases dominantes— asegura la cohesión de las colectividades en la estructura general de la explotación de clase y, por tanto, «está destinada a asegurar la dominación de una clase sobre las otras haciendo aceptar a los explotados sus propias condiciones de explotación como algo fundado en la voluntad de Dios, en la naturaleza, o en el deber moral, etcétera», como exponía un memorable manual de marxismo (México, 1969) del pasado siglo firmado por Marta Harnecker: Los conceptos elementales del materialismo histórico (Siglo XXI, Madrid, 1975, 28ª ed.), una obra manejable y bien estructurada que se ha venido reimprimiendo hasta hoy de forma ininterrumpida. La última edición en España, también a cargo de Siglo XXI, es de 2007. La chilena Marta Harnecker Cerdá, discípula de Althusser, continúa en la brecha con sus tareas intelectuales y políticas. En Rebelión y en otros enclaves digitales de izquierda no complaciente pueden consultarse sus artículos, ponencias, entrevistas y bibliografía. El arte en las sociedades burguesas avanzadas se halla incontrovertiblemente institucionalizado como ideología.

 

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