El escenario contemporáneo: renacida antropofagia del capitalismo planetario, crisis asfixiantes, imperialismo, neocolonialismo, conflictos armados, invasiones preventivas, limpiezas étnicas, inmensas y escandalosas áreas de pobreza, el galopante cambio climático, las imparables oleadas migratorias. También están, según Enzensberger (Perspectivas de guerra civil, Anagrama, Barcelona, 1994), los millones de guerras civiles moleculares: «La guerra civil molecular se inicia de forma imperceptible, sin que medie una movilización general. Poco a poco, en la calle se van acumulando las basuras. En el parque aumenta el número de jeringuillas y de botellas de cerveza destrozadas. Por doquier las paredes se van cubriendo de graffitis monótonos cuyo único mensaje es el autismo: evocan un Yo que ya no existe. Los colegios aparecen con el mobiliario destrozado, los patios apestan a mierda. Nos hallamos ante unas declaraciones de guerra; aunque pequeñas, mudas, el urbanita experimentado sabe interpretarlas. Pronto la nostalgia del gueto se desahoga por medio de señales más claras. Neumáticos pinchados, teléfonos públicos inutilizados, coches incendiados. Estos actos espontáneos exteriorizan la rabia por todo cuanto todavía está entero, el odio contra todo aquello que aún funciona; un odio que forma una amalgama indisoluble con el odio hacia uno mismo. Los jóvenes son la avanzadilla de la guerra civil. Ello no sólo se debe a la normal acumulación de energía física y emocional entre los adolescentes, sino también a la incomprensible herencia que les sobreviene, a los problemas insolubles de una riqueza desconsoladora. Ahora bien, todo cuanto hacen ya se da de forma latente en sus padres: una furia destructora que sólo puede canalizarse parcialmente a través de formas socialmente aceptadas, como son la obcecación por el automóvil, obsesión por el trabajo, voracidad, alcoholismo, codicia, deseos de pleitear, racismo y violencia familiar». Noticia recogida por Los Tiempos.com (Cochabamba, Bolivia, 12 de mayo de 2008): «Luis Sepúlveda defiende una literatura comprometida con problemas del momento». En el reporte se dice que el escritor chileno, director del XI Salón del Libro Iberoamericano de Gijón (Asturias, España), celebrado entre el 7 y el 12 de mayo, tuvo por lo visto la osadía y el descaro de abogar, en la clausura del evento, por una literatura honesta que no tema «hundir sus manos en el barro» de la historia, de la economía o del medio ambiente. Debate en tiempo real. Por qué no recordar aquella breve elegía de Bertolt Brecht —«Lectura del periódico mientras hierve el té»— redactada durante el exilio (1933-1947):
Muy de mañana leo en el periódico los planes sensacionales
del Papa y de los reyes, de los banqueros y de los magnates del petróleo.
Con el otro ojo miro
el puchero con el agua del té,
cómo se enturbia y empieza a hervir y de nuevo se aclara,
hasta que, rebosando de la cazuela, se apaga.
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