Carlos Blanco Aguinaga (De Restauración a Restauración. Ensayos sobre literatura, historia e ideología. Renacimiento, Sevilla, 2007) evalúa el triunfalismo y la euforia de la Transición: «Sin embargo, para un número significativo de españoles y españolas —amplias capas de la clase obrera industrial y de ciertas zonas del campo; núcleos importantes de organizaciones de mujeres; representantes de ciertas tendencias políticas de izquierda: un porcentaje respetable de intelectuales…— la Transición que hizo posible tal euforia significó la derrota de unas esperanzas que, en un sentido amplio y relativamente difuso, pueden calificarse de “socialistas”; es decir, la derrota de una idea de España en la que la libertad individual sería inseparable de lo colectivo, a diferencia del individualismo desenfrenado y antisocial del capitalismo actual». Terapia de desmitificación. Al discurrir sobre la narrativa de la Transición, Blanco Aguinaga se detiene en la presencia cada vez mayor en muchos relatos y novelas de unas «visiones del mundo desde el interior del individualismo sin cuestionamiento específico alguno», lo que él llama subjetivismo acrítico. Se trataría de una narrativa —por extensión, de una literatura— en la que progresan un ostensible solipsismo y una bulliciosa displicencia respecto a las cuestiones sociales e históricas en aras de la reclusión dentro del sacrosanto perímetro de lo personal como cobijo donde solazarse en un intimismo fláccido y anodino. Se expandía así un tipo de aislamiento antisocial en consonancia con las pautas egotistas de una sociedad que, de forma acelerada, y bajo la presión de los grupos de poder privilegiados —tanto públicos como fácticos—, iría afianzándose en la órbita ideológica del capitalismo posindustrial. En España no hubo ruptura, sino pactismo continuista sabiamente teledirigido desde la Secretaría de Estado de Washington que contó, además, con las impagables prestaciones de sus devotos servidores europeos de la socialdemocracia alemana. Remitimos, una vez más, a la instructiva lectura del capítulo 4 de la Primera Parte del libro de Joan E. Garcés.
Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35