Este conato de ensayo —o contraensayo— aspira a ser una lectura actualizada de la obra poética de Carlos Álvarez, dada su positiva y justificable conexión no sólo con el siniestro panorama del presente, sino también con cualquier futurible sistematización de las injusticias sociales. Poesía de rotunda vigencia pese a los compadrazgos y estratagemas de las expendedurías oficiales de certificados de circulación histórica; pese a la relegación, el ostracismo, la exclusión de Carlos Álvarez por parte de historiadores literarios ayunos de decencia, de antólogos ruines y de una crítica resignada al feudalismo de revistas sectarias y a la endogamia de ciertos suplementos periódicos bajo la férula de las grandes editoriales; una crítica enrolada en mafias y camorras vendidas al establishment cultural, expertas en esas tan celtibéricas conspiraciones de silencio que soportaron y soportan autores incómodos y díscolos, intelectuales que no dimitieron ni dimiten de su desobediencia, de sus desacatos frente a las consignas, argucias y coerciones de los poderes instituidos:
Resultaría todo
mucho mejor trucando la baraja
con la que un dios imbécil se divierte,
o a Shakespeare sugiriéndole que humille de sus protagonistas la arrogancia
«Shakespeariana», Cantos y cuentos oscuros, 1980
Carlos Álvarez resiste con sus cuantiosas e imperecederas reservas de temple y vigor para ratificarse en sus convicciones, sin por ello enquistarse en un inmovilismo infértil:
[…]
tomo de nuevo el cálamo que un día
guardé entre los papeles más oscuros
de tensa claridad; con tinta verde
del campo lo alimento; trazo signos
y heme otra vez desnudo ante el acoso
sin tregua del soldado
«En este aquí, y en el exacto ahora», El testamento de Heiligenstadt, 1985
La Teoría de la Recepción —Estética de la Recepción, Escuela de Constanza— puso el acento en las relaciones que unen a los escritores y receptores con la sociedad en la que están involucrados y con las codificaciones significativas que rigen dicha sociedad. Jauss auspició la reincorporación de la literatura a la historia (La historia de la literatura como provocación de la ciencia literaria, 1967). Para Fernando Gómez Redondo (La crítica literaria del siglo XX, Edaf, Madrid, 1996): «La teoría de la recepción es consustancial al fracaso con que las distintas metodologías lingüísticas —estructuralismo, glosemática, generativismo— se habían venido ocupando del fenómeno de la literariedad. Al no encontrar ninguna de ellas una fórmula válida para explicar el funcionamiento del lenguaje literario, se plantearon nuevas perspectivas que buscaban incluir el proceso histórico y el factor valorativo en la determinación de una teoría literaria más acorde con la realidad de la literatura como proceso de comunicación —textual y extratextual, por tanto—». Una de las consecuciones más provechosas de la Escuela de Constanza es la ya mentada teoría del efecto estético, la cual preconiza que una obra puede ser siempre objeto de una futura revalorización, desde luego difícil de prever. Como detalla Gómez Redondo (op. cit.), la Estética de la Recepción apela a «un marco de sentidos, surgido de esos procesos de lectura, que son los que indican qué grado de literariedad recibe cada obra en cada momento histórico —lo que podría llamarse horizonte de lectura: y que puede explicar por qué Góngora en un momento es considerado un escritor renovador y en otro un autor marginado». Juan de Mairena diría que, antes o después, el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio. Y Carlos Álvarez dice:
[…]
Cada loco
persevere sembrando el propio huerto:
el trampolín, la pértiga, la escala
muy rara vez de seda es tuya, hermano.
Me conformo, ya ves, con lo de siempre.
Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35