Crónica de la desmemoria: un escritor llamado José Luis Acquaroni

El cuento literario y la notificación de la intrahistoria

Si hubo un género que se adecuó con perfección a José Luis Acquaroni, ése fue el del cuento literario. Parece como si Acquaroni hubiera estado predestinado a escribir cuentos. La brevedad del mismo vino bien para su escaso tiempo libre, la condensación que exige enlazó con su capacidad de síntesis, el efecto testimonial de la realidad de posguerra que consigue atrajo su mirada notificadora, las exigencias estilísticas engarzaron con su barroquismo comedido y equilibrado, el dibujo preciso de los personajes encontró a un escritor contemplativo del carácter humano, los numerosos certámenes dedicados al género lo cautivaron. Por todo ello no es de extrañar la concepción tan distinguida que tiene del mismo:

Un buen cuento es como un pequeño lingote de oro de copela, el más puro según los alquimistas. El más antiguo, bello y completo de los géneros literarios, ya que su tradición es añeja como el mundo y viene cundiendo y depurándose desde el relatar de la ociosa noche cavernaria. Como las estéticas están en desprestigio, creo que pueden existir tantas definiciones sobre cuentos como buenos cultivadores tenga el género. Muy por lo amplio podría decirte que, en un breve espacio, en cuatro o seis cuartillas, el autor de un cuento tiene que saber crear y poner en pie todo un mundo de emoción, belleza y habilidad. Es como la orfebrería del arte de narrar. y puesto que hemos empleado el símil lingote de oro, diré que en España el cuento o narración breve viene a ser como el depósito legal bancario, algo que apenas circula, que se ve muy poco pero que está en el fondo del sótano sirviendo de cobertura a ese otro género de amplia divulgación, de grandes tiradas, que es el papel moneda y, muchas veces, la calderilla de la novela [ref] Opinión recogida en F. M.: «José Luis Acquaroni, escritor», entrevista conservada en casa del escritor en un recorte de papel sin datos editoriales.[/ref].

A esos lingotes de oro dedica Acquaroni buena parte de su trayectoria literaria, entregándose a su orfebrería especialmente en las décadas del cincuenta y del sesenta. No en vano, su nombre deja de ser esos apellidos de raras resonancias italianas gracias al cuento. La convocatoria desde las filas de la revista Platero del premio «Camilo José Cela» de cuentos en 1951 es su pedestal primero al alzarse con él por un magnífico cuento titulado Soy de la Luci y de… , una tierna estampa de posguerra en torno a dos personajes marginados, la prostituta Luci y el loco Tobalo [ref] En Platero, nº 8, agosto de 1951, p. 4. Recogido bajo el título de Azul cielo en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 101-109. Incorporado en el capítulo X titulado «Niña buscona y doncellita andante» de A la hora del crepúsculo, op. cit., págs. 167-184. Seleccionado en García Pavón, Francisco (ed.): Antología de cuentistas españoles contemporáneos, Madrid, Gredos, 1959, págs. 211-215.[/ref]. Desde entonces, prácticamente no hay concurso de cuentos que se le resista. En 1952 se hace con el «Correo Literario» de Madrid para narraciones breves con Un vagabundo va de vacaciones, un cuento sobre la soledad y las raíces construido a partir de Señorías, un anciano recluido en un asilo [ref]En Correo Literario, 1 de enero de 1952. Recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 53-61.[/ref]. En 1953 logra el «Ínsula» de cuentos con La capital es otra cosa, una historia en torno a una peluquera que sirve al escritor para reflexionar sobre las diferencias entre las grandes ciudades y los pueblos, sobre el sentido relativo de las cosas y sobre el poder que ejerce el paso del tiempo sobre los seres humanos [ref] En Ínsula, nº 77, 15 de mayo de 1952, p. 11, y en Élite (Cáraca), 17 de enero de 1959, págs. 86-87. Recogido en Nuevas de este lugar, op. dI., págs. 63-71.[/ref]. También en 1953 consigue el «Ateneo de Madrid» con La última escoba de papá Dios, magnífica meditación a partir de un escobero sobre el declive de la artesanía, deglutida por el progreso de la industria [ref] En Ateneo, 20. Éstos son los únicos datos editoriales que aparecen en el recorte de papel conservado en casa del escritor. Recogido en Shoemacker, Williarn H. (ed.): Cuentos de la joven generadón, USA [sin especificadónl, Heruy Holt & Company, 1959, págs. 159-164, yen Nuevas de este lugar, op. dI., págs. 11-19.[/ref]. Muchos de estos cuentos premiados y otros con menos fortuna aparecen recogidos en 1965 en Nuevas de este lugar, un volumen publicado por Editora Nacional que recoge catorce cuentos [ref]Los cuentos recogidos en Nuevas de este lugar son: «como agua», «La última escoba de Papá Dios», «Derecho de admisión», «El día de ayer», «Un vagabundo va de vacaciones», «La capital es otra cosa», «La muerte del trompeta«, «Azul cielo», «Una cabeza», «Plan de desarrollo», «Fotogenia», «La gran ocasión», «Eva y la serpiente», y «El reventadero».[/ref].

Tal retahíla de premios culmina con la «Hucha de Oro» del II Concurso de cuentos convocado por la Confederación Española de Cajas de Ahorros. Se trata quizá del más reconocido galardón de los destinados al género en estos años. El 19 de enero de 1968 se hace público que las 200.000 pesetas del premio recaen en El armarío [ref] En El armario y 24 cuentos más, Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1968, págs. 5-11. También en Antología del premio «Hucha de oro». Los mejores cuentos, Madrid, E.M.E.S.A, colección «Novelas y Cuentos» 1969, págs. 25-32. Seleccionado en Beneyto, Antonio (ed.): Manifiesto españolo una antología de narradores, Barcelona, Edidones Marte, 1973, págs. 464-472.[/ref]. En él Acquaroni relata en primera persona las escalofriantes impresiones y los pensamientos de un chico de diez años ante la muerte de su padre. Tras un largo día de juego con los primos, de fútbol y carreras, el chico descubre el hecho. Ya delante del cuerpo inerte del padre, su mirada se detiene en el armario donde éste guarda sus pertenencias y que siempre ha sido un enigma obsesivo para él. En el armario parece encontrar la vida que le falta a aquel.

Sin duda otros cuentos que no fueron premiados también merecen ser resaltados. Pienso, por ejemplo, en La muerte del trompeta, estampa veraniega rebosante de erotismo y dramatismo [ref] Con el título de La muerte del trompeta está recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 73-100, sin embargo el título original con que apareció en El Español, [¿1958?l, págs. 38-43, es Suceso en la playa de puerto Évora.[/ref], en Una cabeza, reflejo de la facultad artística, del ánimo cruel y de la naturaleza salvaje del ser humano [ref] En Ateneo, 15 de setiembre de 1954, págs. 22-23. Recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 111-120.[/ref], en Como agua, narración de la ingenuidad de una niña frente a la astucia pícara de una prostituta y su cliente [ref] En Triunfo, nº 17, 17 de noviembre de 1962, págs. 80-81. Recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 1-10.[/ref] , en El reventadero, construido a partir de la perentoriedad de un hombre por reencontrarse con sus raíce [ref] En Ínsula, n º182, enero de 1962, p. 16. Recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 169-183.[/ref], en El día de ayer [ref] En Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 39-51.[/ref] y en El hormiguero [ref] Seguramente apareció en ABC. Seleccionado en Antología de cuentos. Ganadores y finalistas de la IX edición del concurso «ciudad de San Sebastián 1966», San Sebastián, Ediciones Veteres, 1967, págs. 169-177.[/ref], dos relatos que exploran el interior de unos emigrantes en países hispanoamericanos. A todos ellos habría que sumar Mástil de sangre [ref] En Platero, nº 2, 1951, págs. 12-13.[/ref], Eva y la serpiente [ref] En Platero, nº 18, 1953, p. 15. Recogido en Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 161-168 y seleccionado en García Viñó, Manuel: Narradores andaluces contemporáneos, Madrid, Ibérico Europa de Ediciones, 1988, págs. 59-62.[/ref], La gran ocasión [ref] En Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 153-160. Originariamente apareció en Bahía (Cádiz), [¿fecha?], págs. 45-46 con el título de Don Dimas y el puro.

[/ref], Derecho de admisión [ref] En Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 21-37. Este cuento es una versión reducida de El cuclillo de la madrugada.[/ref], Plan de desarrollo [ref] En Nuevas de este lugar, op. cit., págs. 121-104. Publicado también con el título de El empréstito.[/ref], Fotogenia [ref] En Nuevas de este lugar, op. dI., págs. 141-152.[/ref], El mondadientes [ref] En ABC, sección «cuentos desde Tecnópolis», [¿fecha?], págs. 52-53.[/ref], Los mil y un vencejos [ref] En ABC, sección «cuentos desde Tecnópolis», 17 de marzo de 1974, págs. 52-53. Seleccionado en Hucha de Cuentos para Miguel Amigo (Homenaje a Miguel Allmé Escudero), Madrid, [s. ed.], 1989, págs. 11-19.[/ref] o El otro traje de novia [ref] En Dunia, octubre de 1976, págs. 75-78.[/ref].

acquaroni_libro3_tda Una lectura de estos cuentos puede hacer ver por qué José Luis Acquaroni consigue una y otra vez alzarse con tantos premios. Los suyos son cuentos hechos a medida de los gustos literarios más extendidos del medio siglo. Su exquisito estilo, austero a veces, profuso otras, se ve favorecido por una elección de motivos y personajes y por una construcción narrativa acordes con las tendencias más cultivadas. Como ocurre con tantos otros, los cuentos de Acquaroni van a servir de notificación de la realidad. Ante la falta de una prensa verídica, los cuentos vienen a establecerse como el cauce apropiado para dar cuenta de la cotidianidad. De ahí la suprema relevancia que ha de reconocérseles a los orfebres del cuento como verdaderos documentalistas de la intrahistoria de la posguerra española. Acquaroni selecciona aquellos personajes que muestran algún tipo de carencia, especialmente afectiva: un loco, una prostituta, un anciano, un emigrante, un escobero, un huérfano, etc.. Siempre se trata de un personaje que linda con lo marginal, con el destierro real o figurado, con la soledad más apremiante, con el fracaso vital. Son seres marginados por la edad, la profesión, los tabúes sociales, el lugar de origen, el desarraigo… , seres retratados por la voz testimonial de un escritor que no evade algunos de los problemas y coyunturas que acucian a la España de los cincuenta y sesenta, como son la emigración al extranjero, el éxodo rural hacia las ciudades, la llegada del turismo, el leve progreso de los pueblos o los modos clandestinos de sobrevivir. Por lo demás y aunque sobresalga ese marcado carácter testimonial en la mayor parte de ellos, sería una visión reduccionista no apre- apreciar otros tonos, caso de la veta fantástica de Un mástil de sangre o de Una cabeza, del porte existencialista de El reventadero o El armario, de la índole alegórica de Plan de desarrollo o Los mil y un vencejos, o, finalmente, de los comentarios irónicos de La capital es otra cosa o Derecho de admisión.

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