Crónica de la desmemoria: un escritor llamado José Luis Acquaroni

De Ayer a ABC, o los pasos de un cronista de la posguerra

No creo desmedido afirmar que el periodismo es una actividad decisiva para entender la vida y la obra de José Luis Acquaroni. De una parte y gracias a las remuneraciones recibidas por las colaboraciones, el periodismo se convierte a lo largo de su vida privada en una forma de subsistencia. En él encuentra los ingresos necesarios para vivir que no halla durante años en un trabajo estable y que lo tienen subordinado a los concursos. De otra parte, la práctica regular del periodismo le sirve de herramienta idónea para ir estilizando su escritura. La agilidad mental, la riqueza de vocabulario, la búsqueda de asuntos atractivos, la capacidad de síntesis, la pretensión de la palabra exacta, etc., que genera el ejercicio del artículo periodístico, repercuten de modo eficaz en su estilo narrativo. Por último, su presencia habitual en los medios periodísticos y los galardones recibidos por publicaciones en éstos coadyuvan a la popularidad de su nombre y a la reputación de su trayectoria literaria.

Mencionado esto y dejando a un lado tentativas juveniles, los inicios literarios de Acquaroni se remontan a principios de los años cuarenta en las páginas de la prensa gaditana. Con los seudónimos de Farfarello y de José Luis Oñana se constata un gran número de artículos escritos fundamentalmente entre 1942 y 1950 como corresponsal en Sanlúcar del diario jerezano Ayer. Aunque los objetivos van ganando en diversidad con los años, lo cierto es que muchas de estas colaboraciones suelen ser la crónica de acontecimientos acaecidos en la vida sanluqueña, con referencias a actos sociales, a fiestas, a personajes públicos, a actividades deportivas… Esta labor continúa en los medios de la capital gaditana, en Bahía y especialmente en La Voz del Sur. Podría decirse que en este último periódico la condición de corresponsal da paso a la de articulista. Las formas se amplían (poemas, entrevistas, reseñas, crónicas y artículos) y los motivos tratados ganan en diversidad y generalidad (asuntos nacionales y extranjeros, profundos y banales, celestiales y terrenales, pasados y actuales).

En los cincuenta y ya con una soltura periodística notable, Acquaroni comienza a enviar colaboraciones, en ciertos casos cuentos, a revistas y periódicos muy destacados en el medio siglo. Así, es factible encontrar textos suyos en Arriba, El Español, El Ruedo, Mundo Hispánico, Ateneo, Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Correo Literario, Platero, Ática, Selecciones del Reader’s Digest, ABC, etc.. También, en la etapa venezolana participa en las páginas de El Nacional, El Universal, La Esfera, Ultimas noticias, Élite, Revista Shell, Cultura Universitaria, Diario de la Marina de La Habana o Hablemos de Nueva York. Tanta labor periodística se vio refrendada con el reconocimiento de algunos premios. Con «Jerez, dulce peligro», artículo emitido el 19 de agosto de 1953 por Radio Nacional de España en Madrid, se alza con el tercer premio del «Concurso de los V Juegos Florales de la Vendimia Jerezana», concedido el 9 de setiembre de ese mismo año. Con «Un sol más barato», publicado el 8 de diciembre de 1964 en ABC, obtiene el premio «Costa del Sol» de 1965 para artículos nacionales. Finalmente, con «La Espera», publicado también en ABC, consigue el 27 de agosto de 1966 el «Concurso literario de la XIX Fiesta de la Vendimia y del vino de Jerez» en la sección de prensa nacional.

De entre tanta colaboración dispersa sobresale la publicada en ABC. Aunque algunos artículos y crónicas remitan a los años cuarenta y cincuenta (de diciembre de 1948 es «La luna útil»), la regularidad de publicación, la mayor agudeza y la multiplicidad de asuntos corresponden a los años sesenta y setenta: desde aspectos literarios («Los retratos de Walt Whitman», «Una magdalena para Proust, una sopa para Baudelaire…» , «Baroja, estar y no estar») hasta pictóricos («La fuente de Zurbarán en la sed de Llerena»); desde apreciaciones sobre etnografía hispanoamericana («Cuando América empieza a perder la memoria», «El niño Jesús de pie, de los venezolanos») hasta consideraciones más localistas («Por una copa de Jerez», «En Málaga cantaora», «Ubrique de puntillas», «Sanlúcar otra vez»); desde indagaciones históricas («Para una prehistoria de la Costa del Sol», «Caracas: 400 años») hasta reflexiones sobre la actualidad («Turismo de cuenco y bordón», «El silencio lunar», «Del ‘turistear’ y del ser ‘turisteados’») [ref] Jurado Morales, José & Arroyo García, Alejandra: .Bibliografía. en Jurado Morales (ed.), op. cit., págs. 173-198.[/ref].

En suma, podría distinguirse dos etapas en la relación de Acquaroni con la prensa periódica. Una primera es la que corresponde al periodo que va aproximadamente de 1940 a 1956. Son años de aprendizaje, en los que va puliendo su estilo y perfilando sus intereses temáticos. Aún se percibe una dependencia de los motivos locales, disminuida con el tiempo, y una supeditación a tratar aspectos concretos y tangibles. Tras el colchón intermedio que supone la prensa hispanoamericana entre 1956 y 1960, se situaría una segunda fase, de maestría y repercusión nacional, que se corresponde con su labor en Selecciones del Reader’s Digest y en ABC. En esta etapa, que se extendería a grandes trazos desde 1960 hasta 1983, se observa a un escritor más proclive a la generalización y a la abstracción a partir hechos puntuales, más atento a lo que sucede en el mundo, más capaz de enaltecer asuntos nimios. Son los años de madurez personal e intelectual.

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