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Eso no estaba en mi libro de Historia de las religiones

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Inscripción en la Alhambra de Granada
Presentación del ensayo Eso no estaba en mi libro de Historia de las religiones de José Ruiz Mata

Desde la más remota antigüedad se sostuvo que ciertas formas de vida surgían de forma espontánea por mera combinación de los elementos ambientales, de manera que la naturaleza surtía de un flujo constante de pequeños seres que servían de sustento al mantenimiento de la vida de otros organismos más complejos, organismos superiores cuyo origen primero también tendría que haberse producido de una manera similar; en este caso mediante una intervención divina más directa.

Esta teoría se conoce como arquebiosis, y comprende una serie de ideas comunes a los relatos de la creación de la mayor parte de las religiones antigua. Como tal fue admitida por pensadores como Aristóteles o Descartes, por lo que formaba parte de la consciencia natural colectiva hasta la Ilustración.

Sería Francesco Redi, médico italiano de la segunda mitad del siglo XVII, uno de los primeros en dudar de que moscas, hormigas y otros seres minúsculos aparecieran por doquier como por arte de magia. Para ello diseñó un experimento: puso carne en ocho frascos, cuatro los dejó abiertos y cuatro los selló. Pudo constatar que en los frascos abiertos proliferaban las moscas mientras que en los cerrados no. No obstante, sus adversarios rechazaron el experimento porque decían que el hálito vital se inducía mediante el aire, que si sellaba los frascos, no dejaba que el aire indujera la generación de vida. Por ello rediseñó el experimento, colocó unas gasas para tapar los frascos, de tal forma que permitieran su aireación, y observó que tampoco aparecían gusanos ni moscas en la carne, tan solo en la cara exterior de las gasas.

A pesar de sus esfuerzos, nadie hizo caso a Redi. Será Lazzaro Spallanzani en 1769 quien demostrará que los caldos calentados, es decir, esterilizados, nunca generaban vida siempre que los recipientes en donde se habían esterilizado se mantuvieran cerrados, por lo que la vida no se generaba espontáneamente, sino que era inoculada por elementos bióticos del ambiente externo.

El flamenco. Una identidad hibernadaEste proceso de lucha permanente contra el mundo de lo mágico y lo milagroso ha sido una constante en la historia de la ciencia. Durante siglos se han levantado dogmas sin un motivo racional ni experimental contra los que la ciencia ha tenido que luchar con muchas más pruebas y de mejor calidad que las ideas que levantaron dichos dogmas.

No es la primera vez que José Ruiz Mata se enfrenta a una situación de este tipo. Su obra está repleta de puntos de vista alternativos para problemas supuestamente resueltos por la oficialidad, que conforman una extensa obra consagrada a la heterodoxia desde la razón.

Tartesos otra miradaCabría recordar su lucha contra la generación espontánea del flamenco en El flamenco, una identidad hibernada. De los moriscos a la zambomba de Jerez, donde logra dibujar una evolución progresiva de la música y cultura andalusí en los herederos de Al Ándalus, que fueron muchos y olvidados, hasta su manifestación como arte popular andaluz. El flamenco no podía nacer de repente porque apareciese de un aire arquebiótico, en este caso un pueblo gitano de caracteres casi míticos, llegado de la India, donde no existe arte similar ni se usa la escala musical arábigo–andaluza, y que no ha producido expresión artística similar en ninguno de los territorios europeos donde se tiene constancia de su asentamiento. Parece más sencillo y lógico que el flamenco proceda de una evolución de la música de la zona mantenida por los propios pobladores del lugar, pero eso tendría unas connotaciones políticas y sociológicas poco atractivas para la ortodoxia.

Existen más ejemplos para estas generaciones espontáneas. En Andalucía hemos tenido cultura megalítica, tartesios, turdetanos, romanos, visigodos, árabes y castellanos. En cada paso parece que el pueblo y la cultura desaparecía y aparecía una nueva. En cambio, después de muchos siglos seguimos igual, con unas particularidades que diferencian claramente a este territorio de cualquier otro. Ahora bien, seamos conscientes de que en la actualidad la mayoría volvemos a pertenecer a la nada, un conjunto de tópicos que el paso de los años hará transitar a otra etapa de esplendor que se atribuirá a la generación espontánea por parte de algún pueblo extranjero.

Esta generación espontánea de civilizaciones ha sido otro de los grandes caballos de batalla de Ruiz Mata. Pueblos que se olvidan, otros que no se sabe de donde vienen; un asunto que trata en Tartesos otra mirada, editado por Almuzara. Si la cultura megalítica, en su esplendor allá por el V milenio, ya levantaba grandes construcciones en el bajo Guadalquivir y se mantenía viva en los pueblos que habitaban esos mismos lugares incluso en el siglo XII a.C.; entonces Ruiz Mata se pregunta: ¿y luego todo eso desaparece y Tartesos surge por arte de magia? ¿Es necesario ese aire vivificador en forma de fenicio para que surjan nuevas formas culturales totalmente independientes de lo que allí había antes? No existe solución de continuidad en la cultura, las costumbres y sus gentes. Cómo si no se iba a mantener la peregrinación a la Virgen del Rocío desde la más remota antigüedad. Antes era Astarté, la diosa virgen portadora de dos palomas, protectora de la naturaleza a la que los peregrinos ofrecían una rama de romero vivificado con el rocío primaveral. Ahora es la virgen del Rocío, pastora de las marismas, la blanca paloma a la que acuden los romeros cada año en primavera.

Transición, democracia y mercadosEn otro orden, la intensa actividad política y social de Ruiz Mata desde su juventud, le ha llevado igualmente a explicar el presente como resultado directo del pasado. La situación actual tampoco se debe a la generación espontánea, tiene su origen en la Transición, democracia y mercados, otro de sus ensayos más celebrados por sus lectores. Una manera de concebir el mundo y la vida que puede palparse en cualquiera de sus ensayos y novelas.

Este que presentamos hoy es su vigésimo título publicado, Eso no estaba en mi libro de Historia de las religiones, que retoma esta idea de la generación espontánea común a la mayoría de las religiones. Casi todos los textos sagrados proponen su propio y genuino punto cero. No hay nada antes, no hay antecedentes. Dios dicta a un profeta un texto original y lo de atrás no es nada, como mucho un tiempo salvaje entre el génesis divino y el hombre a la espera de su guía. No existe cristianismo antes de Cristo. No existe islam antes de Mahoma. No existe budismo antes de Buda.

Pero esto no es cierto. Si se estudia la religión como un fenómeno histórico, sociológico, como una evolución del pensamiento humano, sí existen unos precedentes y una evolución lógica y racional que, por lo general, suele dejar en evidencia la propia existencia e implicación real de sus profetas en la conformación de su religión. Sobre todo porque las ideas que cuajan en una nueva religión suelen ser muy anteriores a la propia existencia de estos profetas y sus vidas y hechos se narran y justifican muy a posteriori.

Un mecanismo equivalente fue ya descrito por Darwin en 1859 en su obra El origen de la especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida; según la cual las especies no aparecen de la nada, son el resultado de una evolución gradual mediante procesos de selección natural. Es el medio y sus condicionantes quienes seleccionan los individuos que podrán trasmitir sus genes y, por tanto, sus características a la siguiente generación. De igual forma, las ideas no surgen de la nada ni son dictadas por un profeta, son fruto de la evolución de ideas anteriores y solo las mejor adaptadas al entorno político, social y económico son capaces de mantenerse con vida y progresar.

Eso no estaba en mi libro de Historia de las religionesAsí, al igual que Wegener con su deriva continental pudo deducir que, por la forma actual de los continentes, en algún momento costas muy alejadas en la actualidad habían estado juntas; Ruiz Mata recompone la historia de las religiones haciéndolas encajar como piezas de un complejo puzle que cada facción a querido mantener aislada para parecer única, independiente y verdadera.

A lo largo de estas páginas se comprobará como el pensamiento religioso es fruto de una evolución y, por tanto, ajeno a un código divino confiado a un profeta, ya que los enlaces quedan descubiertos de manera que se entiende la procedencia y camino de estas ideas que deberán ser reveladas a través de diferentes místicos, así como sus derivaciones en forma de germen hacia nuevas creencias.

Gracias a esta forma de entender las metamorfosis del pensamiento religioso, se comprenden de otra manera los cambios políticos, jurídicos y económicos, en particular los acaecidos durante el primer milenio con la consolidación del cristianismo como religión oficial del Imperio romano, las implicaciones sociales de los movimiento heréticos y la aparición y expansión del islam. Este último punto es particularmente importante porque aclara mucho sobre el nacimiento de Al Ándalus y su desarrollo independiente, ya que el islam primitivo y el cristianismo de la Hispania visigoda tenían mucho en común.

Eso no estaba en mi libro de Historia de las religiones supondrá un punto de inflexión en el estudio del pensamiento religioso, un libro ameno y de prosa fluida con el que profundizar en la esencia del hombre, pues, en definitiva, pocos asuntos atañen más a la condición humana que la religión.

Sala Compañía (Jerez de la Frontera), 14 de febrero de 2017

Saulo Ruiz Moreno

José Ruiz Mata. Eso no estaba en mi libro de Historia de las religiones. Almuzara. Córdoba, 2017
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