«La mano negra» en la novela social

José Luis Pantoja Antúnez y

Manuel Ramírez López

Revista de Literatura Tierra de Nadie 4

De las cosas más ocultas
el tiempo tiene la llave,
y a la corta o a la larga
toíto el mundo se sabe.

(Popular)
La verdad es hija del tiempo
(Gnomología grecolatina)

Anarquistas plaza Belén, Jerez de la Frontera, 1982
Anarquistas plaza Belén, Jerez de la Frontera, 1982

De todas aquellas excelentes plumas, nacidas tras los Pirineos, destaca como maestro de maestros, el francés Emilio Zola. Tomamos como ejemplo su novela social Germinal. En ella nos narra el ilustre novelista, el mundo de las minas, la dramática huelga de los mineros, con las luces y las sombras de la reivindicación obrera.Confirman los señores académicos que la novela social o naturalista tiene su origen en los grandes novelistas franceses, como Víctor Hugo en Los Miserables o Eugenio Sue en El judío errante, obra en que se inspira Blasco Ibañez para escribir su Araña negra.

Germinal, que ve la luz en 1884, es un vibrante relato de lo que fueron los conflictos laborales en la Francia del XIX. La influencia de la escuela zolanista, queda patente en muchos novelistas españoles. El que más se beneficia de este nuevo hallazgo literario es sin duda Blasco Ibañez, al que llamaron por sus coincidencias con el novelista francés, «el Zola español».

Emilio Zola nació, vivió y murió en París entre 1840 y 1902. Falleció a causa de las emanaciones de una estufa de gas. Afiliado al partido socialista, tomo parte muy activa en las luchas del caso «Dreyfus», un proceso, como el de la «Mano Negra», que conmocionó a media Europa. Zola es el máximo exponente de aquellos novelistas, que trasmite a los lectores las tensiones, inquietudes sociales, ideológicas, políticas y económicas que sufre la sociedad.

La novelística social, histórica o policiaca, se sirve de los llamados sucesos de la Mano Negra como argumento principal para hacer correr ríos de tinta. Como ejemplo digno de tener en cuenta, encontramos la novela filosófica social llamada «La Mano Negra», escrita por Ernesto González en Barcelona a finales de siglo y presentada en dos gruesos tomos, en los que recoge las peripecias de la supuesta organización clandestina en este rincón del mundo. En ella sobresale el ambiente y el habla de la época, situándonos con pelos y señales en aquella dura y trágica comarca jerezana en la que la vida del campesino o jornalero no valía nada.

Literatos nacionales y extranjeros, tomaron la historia de la siniestra mano como tema principal para sus publicaciones e incluso un periódico de Cádiz, utilizó en 1883 precisamente durante los sucesos, esta tétrica denominación para su cabecera. Dentro de esta lista, encontramos a prestigiosas firmas que con notable inexactitud y exagerando las actuaciones de los braceros, nos describen la sucesión de los hechos, como así hizo el autor de los Episodios Nacionales, el canario D. Benito Pérez Galdos en su obra Lo Prohibido, publicada en 1884, donde comenta: «¿Adónde demonios me iba? ¿A Jerez? La situación comercial y agraria de aquel país era alarmante. Bueno estaría que me cogieran los de la Mano Negra y me degollaran».

Partiendo de una realidad más comprobada, ahora le toca el turno a D. Vicente Blasco Ibañez, personaje rebelde y altivo amante de la libertad y dueño de una fantasía fogosa y audaz, que fue en política y en literatura un revolucionario, un combatiente. Su extraordinario poder de observación le hizo captar la realidad y expresarla de modo que las cosas parecen vivir de nuevo delante de los ojos del lector.

El 27 de febrero de 1905, aparece en librería La Bodega. Leer esta novela en Jerez era pecado mortal, lo mismo que las otras del mismo genero como fueron La Catedral, El Intruso y La Horda, en las que también clama contra la injusticia social que pone la riqueza en unos cuantos dejando que otros muchos pasen hambre. A pesar de estar en varias ocasiones prohibida su venta, se hicieron múltiples ediciones, y en tiempos de la República alcanzó cifras récord. Se dice que con la actitud intolerante de retirarla a cualquier precio del mercado, la familia bodeguera jerezana que se dio por aludida, hizo millonario a Don Vicente, pues compraron a precio de oro varias ediciones completas, a pesar de que casi el noventa por ciento de sus habitantes eran analfabetos, sin comentar lo difícil de su adquisición por el costo de la misma.

Traducida La Bodega a varios idiomas fue llevada al cine en 1928. La adaptación cinematográfica fue una producción Franco-Española, siendo su director Benito Perojo y como destacada intérprete Doña Concha Piquer. Este film no fue estrenado en Jerez hasta diciembre de 1994, cuando el Cine Club Popular de esta ciudad, consiguió hacerlo posible. Si no fue expuesta en su día, fue por la tremenda presión en la que se encontraba la ciudad sumida, debido a citada familia que hizo lo imposible por mantenerla fuera de las carteleras locales.

Haciendo un repaso por la misma podemos leer: «Y hablaba del régimen de terror que reducía al silencio toda la campiña. La ciudad rica, odiada por los siervos del campo, velaba sobre ellos con un gesto cruel e inexorable para ocultar el miedo que les tenía. Los amos poníanse en guardia a la menor conmoción. Bastaba que se reuniesen con cierto misterio unos cuantos jornaleros en un hato, en un rancho de campiña, para que al momento sonasen los ricos el toque de alarma en los periódicos de toda España, y llegaran nuevos soldados a Jerez y la Guardia Civil corriera el campo amenazando a todo el que no estaba conforme con lo exiguo del jornal y la miseria de la alimentación. ¡La Mano Negra! ¡Siempre aquel fantasma, agrandado por la exuberante imaginación andaluza, que los ricos cuidaban de conservar vivo y en pie para moverlo así que los gañanes formulaban la más insignificante petición! Para sostener sus injusticias y la servidumbre tradicional, necesitaban del estado de guerra, fingir que vivían entre peligros, quejándose de los Gobiernos porque no les protegían bastante. Si los braceros pedían que les diesen de comer como seres humanos, que les dejasen fumar un cigarro más en las horas veraniegas del sol abrasador, que les aumentasen los dos reales en unos cuantos céntimos, todos gritaban desde arriba recordando la Mano Negra, afirmando que iba a resucitar.

Debemos añadir que Blasco Ibañez, para documentarse sobre su obra, llegó a Jerez en el tren expreso de Madrid el día 16 de julio de 1904, permaneciendo en la ciudad hasta el día 21 del mismo mes. La persona que más colaboró con el escritor durante la visita a nuestra ciudad con objeto de argumentar la trama del libro, fue el doctor jerezano D. Fermín Aranda y Fernández Caballero, aunque no hay que olvidar al abogado José Barrón Ferrera y Manuel Moreno Mendoza, presidente de la Federación Obrera Andaluza, quienes le ayudaron a recorrer la comarca, varios cortijos y alguna que otra bodega para centrarse en los hechos históricos veinte años después de los llamados sucesos de la Mano Negra.

Jesús y José de las Cuevas, acreditados novelistas y buenos oradores, nacidos ambos en Arcos de la Frontera, conocían perfectamente la problemática social y agraria de toda nuestra comarca. Contrarios a lo que el valenciano manifestaba en su obra «La Bodega», reflejaron todo el sentir popular, bajo su punto de vista burgués, de aquellos lamentables sucesos en su novela Historia de una finca, de la que exponemos un párrafo: «Nadie en el campo se consideraba a salvo, ni tranquilo. Se trataba de una sociedad secreta rural, al estilo de la mafia italiana, organizada a base de misteriosos conciliábulos en chozas de cabreros, cada vez en una distinta, entre embozados, y con cierto aire de brujería, de donde partían órdenes concisas y terribles que no había más remedio que cumplir».

Siguiendo el hilo de la trama, en 1999 aparece en librería la novela La Mano Negra, subtitulada Caciques y Señoritos contra los anarquistas, escrita por Juan Madrid, famoso novelista de serie policiaca. El licenciado malagueño, centra la trama del asunto en un solo proceso judicial de los que acontecieron aquellos años en la Audiencia de Jerez. Este proceso, denominado «Crimen de la Parrilla» es el argumento clave en el que se basa, de forma novelesca, este libro y la mayoría de todos los que han tratado el asunto.

Para nosotros, que nos hemos ocupado de este escabroso asunto durante muchos años, nos congratula saber que Juan Madrid coincide de pleno en nuestra tesis mantenida a capa y espada, de que aquello de la Mano Negra fue un invento. Confirma en sus paginas, de lectura rápida, lo que tantas veces se ha dicho y publicado por nosotros, aunque otros historiadores mantengan la versión contraria.

La pena de este trabajo, bien conseguido, es que juega con la realidad de los hechos y sus personajes, pasando a tratarlos de forma novelada como si fueran de ficción. Sin embargo, a pesar del componente ficticio que reside en toda obra literaria aun tratando asuntos de realidad histórica, nos habría gustado que en este caso se hubieran hecho menos concesiones a la ficción ajustándose a una verdad en la que el novelista no duda en calificar como «crimen de estado» la injusticia que sufrieron aquellos paisanos nuestros.

Nosotros, como fieles indagadores de tan importante hecho histórico, quizás uno de los de mayor trascendencia en la historia de Jerez, hasta el punto de cruzar las fronteras nacionales y expandirse por todos los rincones del mundo, no hemos podido aguantar la tentación de publicar nuestro trabajo, rebosante de autenticidad y verdaderamente concienzudo, que lleva el titulo de Mano Negra, Memoria de una represión, esperando llenar el vacío dejado en la historia por todos aquellos que no han podido o no han querido sacar a la luz la verdad de este escabroso y dramático asunto que llevó al patíbulo a 8 personas en 1884 y a 4 en 1892 sin olvidar los centenares y centenares de detenidos, encarcelados, torturados y desterrados.

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