Descripción
En las noches de niebla, cuando las nubes resguardan el barrio de la mirada de los extraños, oía desde mi lecho pasar los caballos bajo mi ventana. Sus cascos herrados resonaban potentes sobre los adoquines y en el silencio se propagaba el sonido del roce de los arreos, los correajes, las armas, las corazas; se presentían las capas blancas al viento, los cuerpos en sus rítmicos vaivenes, el resplandor de los metales. De vez en cuando uno de los animales relinchaba inquieto, el repiqueteo de sus pasos daba a entender una repentina disconformidad con su destino, una duda, pero el grupo proseguía su recorrido, impasible, enérgico, acompasado, hacia el fondo de la calle hasta que el rumor se perdía por el otro lado de la plaza.
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